
Tuve la inmensa fortuna de poder subir a lo más alto del Teide, eso sí pidiendo antes el permiso especial. El camino, aunque no es difícil, se hace un poco duro por la falta de oxígeno. Es fascinante como el cuerpo humano se adapta a los cambios tan rápidamente. No sé muy bien como expresar lo que sentí cuando llegue a la cima, era como estar en el fin del mundo. Daba igual el olor a azufre, se estaba tan bien ahí arriba...
Hay multitud de senderos para caminar y recrear la vista y también podéis disfrutar de un pequeño viaje en el teleférico que, aunque es un poco caro, merece la pena.






2 comentarios:
¡Vaya fotazos! me quito el sombrero, eh? pero no solo de este post, sino de todo el blog!!! un fuerte abrazo
Muchas gracias Victor, me alegro que te gusten!! :-D
Y no dejes olvidado el tuyo de Madrid que es muy interesante!!
Besos!!
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